ENTREVISTA | Mar Romera, maestra
"Estamos en un ranking
competitivo de colegios contra colegios usando a los niños como moneda de
cambio"
Mar Romera es maestra, especialista en educación emocional y defensora de
los derechos de la infancia. Como defensora de los derechos de niños y
niñas propone “respeto, escucha y calma"
"Se establece una competición entre las propias familias y nos
preguntamos si realmente estoy dando a mi hijo el cole que merece, los idiomas
que merece… Así hemos perdido el pensar en los niños y el sentido común",
dice
"El ser humano se construye con la vivencia de todas las emociones. Un
niño se convertiría en un psicópata si estuviera todo el rato
Mar Romera es maestra, especialista en educación emocional y defensora de
los derechos de la infancia. Preside la Asociación Pedagógica Francesco
Tonucci. En esta entrevista, charla sobre la educación y la situación de la
infancia en la sociedad en la que vivimos, “tremendamente neoliberal y
consumista”. Como defensora de los derechos de niños y niñas propone “respeto,
escucha y calma para poder realmente disfrutar, convivir y educar el principal
tesoro del planeta, que es la infancia”. Romera se define a sí misma como una
"hacker de la educación".
Dices que históricamente se controlaba a las personas con el miedo y ahora
se hace con la alegría. ¿Por qué pasa esto?
Porque nos hemos ubicado en una sociedad tremendamente neoliberal y
consumista en la se transmite el mensaje de yo soy feliz cuando puedo consumir
lo que los demás consumen. Me venden que el consumo garantiza la felicidad.
¿Qué consecuencias tiene esta apuesta por la alegría y la felicidad a
través del consumismo para la vida en familia?
Se establece una competición entre las propias familias y nos preguntamos si
realmente estoy dando a mi hijo el cole que merece, los idiomas que merece… Así
hemos perdido el pensar en los niños y el sentido común.
Está muy extendida la idea de que hay cuatro emociones primarias (miedo,
ira, alegría y tristeza) y tú hablas de diez (añades curiosidad, admiración,
sorpresa, seguridad, culpa y asco). ¿Por qué es importante entender todas estas
emociones?
No podemos decir que existen emociones buenas y malas. ¿Por qué? Porque se
planteará la necesidad de erradicar las emociones negativas de la vivencia del
ser humano. Esto no tiene sentido, porque el ser humano se construye con la
vivencia de todas las emociones. No puedo quitar el miedo, porque me salva la
vida. No puedo quitar el enfado, porque me da la energía necesaria para superar
obstáculos. No puedo erradicar la culpa, porque me ayuda a reparar.
En el modelo de las cuatro emociones básicas se nos dice que todo lo que no
es negativo es alegría. Yo no puedo pretender la alegría constante. Un niño se
convertiría en un psicópata si estuviera todo el rato contento. Hay muchos
estados emocionales que no son la alegría, como el amor, que es un sentimiento
que nace de la admiración. No aprendemos en alegría, sino en curiosidad. Tener
en cuenta estas diez emociones nos da muchísima información.
¿Por qué hasta ahora se ha ninguneado el mundo emocional?
En el siglo pasado quien tenía el conocimiento tenía el poder y el mundo
emocional estaba limitado a la intimidad de las familias y muy controlado por
el poder religioso. Pero ahora, cada día conocemos un poquito más el cerebro. Y
así sabemos que cualquier decisión racional viene mediatizada por las
emociones. Los publicistas descubren que apelar a la emoción es mucho más
efectivo que apelar a la razón. Conocer el cerebro emocional es mucho más
rentable que conocer el racional.
Por otra parte, los niños y niñas en épocas pasadas desarrollaban sus
emociones básicas en la calle con sus pandillas. Daniel
Goleman, autor de Inteligencia
emocional, dice que si los niños y niñas siguieran jugando y creciendo en la calle
no sería necesario incluir la educación emocional en las escuelas. La escuela
está pensada para compensar lo que no se da de manera natural. Mi padre, nacido
en una Guerra Civil, desarrolla su inteligencia emocional en la calle. Mis
hijas, nacidas muy a finales del siglo pasado, no pueden desarrollar su
inteligencia emocional en la calle porque no existe la calle para ellas. Existe
el mundo de la comodidad, de la sobreprotección, del consumo, pero no existe la
calle.
Dices que te preocupa especialmente la salud mental de los niños y
adviertes de que los datos muestran que en la próxima década un 25% de los
niños sufrirá trastornos de salud mental ( según
la OMS, el 20% de niños y adolescentes tiene problemas mentales). ¿A qué se debe
esto?
Para mí hay tres razones fundamentales. La sobreprotección, que no permite a
nuestros niños y niñas crecer. La sobreestimulación: les exponemos a miles de
imágenes y estímulos pero sus cabezas necesitan tiempo. Los horarios de los
niños son una barbaridad que no soportaría ni el más alto ejecutivo. Nuestros
niños están sobrerregalados.
Si además no tienen referentes, en referente se convierte cualquier
youtuber. Salir sano de esto es casi una odisea. No existe la espera, no existe
el autocontrol, no existe la autoevaluación, la reflexión.
¿Qué nos ha pasado como sociedad para que hayamos olvidado este sentido
común y hayamos apostado por educar con sobreprotección, sobreestimulación,
sobrerregalos y sin referentes?
Nos ha pasado que con eso, aparentemente, regalo alegría. Siempre lo
cuento: Mi padre nunca pudo tener una bici, aunque la pidió. Cuando yo era
pequeña, y ya he gastado 51 años de mi vida, pedí una bici y los Reyes Magos
tardaron dos años en traérmela. Cuando mis hijas pidieron una bici, los Reyes
Magos se la trajeron ese año. Cuando mis sobrinos pidieron… no, no, es que no
la han pedido, tienen cuatro bicis. Queremos compensar lo que no tuvimos y
tenemos una especie de bulimia de consumo para el ocio y la felicidad: consumo
y vomito, porque realmente no lo necesito.
¿Esta sociedad respeta el derecho de las familias a cuidar y los derechos
de la infancia?
La Convención
Internacional sobre los Derechos del Niño dice en su
artículo 3 que prevalece siempre el interés del menor. Si solamente tuviésemos
en cuenta ese artículo, cambiaría todo, incluso las leyes de educación. En el
artículo 31 se habla del derecho al ocio y al juego. Esto se nos ha olvidado.
Seguimos viendo por las calles carteles de prohibido jugar. Hay un artículo 12
que habla del derecho a opinar sobre aquellos aspectos que les incumben, y
tampoco los tenemos en cuenta, porque consideramos que no son ciudadanos.
Decimos que los preparamos para ser los ciudadanos de mañana, pero son los
ciudadanos de hoy.
¿Qué tendría que cambiar para construir una sociedad en la que estos
derechos se vean respetados?
Lo primero que tendría que cambiar es la visión, mirar con ojos de niño,
escuchar su opinión y cómo perciben el mundo. Lo segundo, como somos sus
referentes, deberíamos cuidarnos mucho los adultos y saber que un niño es el
gran tesoro de toda la comunidad y para educarlo hace falta toda la tribu. Nos
ponen como ejemplo modelos educativos de los países nórdicos, que han
considerado que la única materia prima o tesoro potencial que tienen es la
infancia.
Se habla de las medidas de conciliación familiar, pero consisten en ampliar
el horario escolar. ¿Perdona? Eso no es conciliación, es meter a los niños en
situaciones de trabajo de 12 horas diarias. Hablamos de mejorar el sistema
educativo y les ponemos pruebas externas. Está demostrado que en todos los
países europeos los sistemas educativos gestionados con estándares y pruebas
externas han fracasado. Nos metemos en un ranking competitivo de coles contra
coles usando a los niños como moneda de cambio.
Ya que dices que el contexto actual no facilita la salud mental de nuestros
hijos, ¿qué necesitarían las familias para educar en una sociedad más sana?
No culpabilizar a los padres y madres es una cosa que yo tengo muy clara.
Las familias, excepto en casos extremos de maltrato, quieren a sus hijos. Otra
cosa es que no saben hacerlo de otra manera. No hemos sido capaces los adultos
de adaptarnos a la situación de cambio en la que vivimos. En los últimos 20
años la sociedad ha vivido una evolución como los 20 siglos anteriores, sobre
todo por la tecnología. Necesitamos mucho más encuentro, más respeto, escucha,
y sobre todo, necesitamos tener más tiempo para estar con nuestros hijos. Aquí
es inevitable plantearnos cuánto tiempo dedicamos a la baja maternal y
necesitamos mucho más tiempo. Los niños no pueden estar en una institución
educativa 10 horas. Además, necesitan niños, de diferentes edades, porque se
tienen que desarrollar entre iguales.